Como hijos de su tiempo, los nacidos en la era digital, asisten a un escenario inestable y convulso que los enfrenta (y nos enfrenta) a un proceso de deshumanización y de aislamiento, para el que la solución más exitosa parece ser un blindaje individual, la creación de una identidad diferenciada o de una marca personal. Somos más que nunca un producto a la venta y la juventud es el valor más codiciado. La contemporaneidad arrasa los cuerpos frágiles, desmiembra a los más vulnerables, deshecha a los inadaptados que se debaten (nos debatimos) entre la posibilidad de rebelión o la docilidad. En esa contradicción, que es una lucha constante e incierta, surge la necesidad del otro, la comprensión, la empatía, la compasión y el amor como recurso urgente. Los Perros propone alcanzar un estado de resistencia; como perros que deambulan, perros que se encuentran, que se reconocen vulnerables, que comparten alegría, pero también dolor, que caen y se levantan, que bailan, que se rebelan a través del amor, la generosidad y el compromiso, para encontrar en ese trayecto común el sentido de sus propias vidas, para superar juntos la violencia y el deterioro. Planteamos una propuesta que viaja desde el trance de la repetición a la fascinación por la sucesión de imágenes. Imágenes robadas del ayer y lanzadas al mañana, del ahora y embadurnadas del pasado, de la plástica contemporánea a la forma atávica, terrenal, en un constante cruce de tiempos y de lenguajes. El despliegue de una danza pasional que encuentra su sentido más puro en la repetición y en la catarsis: Bailar hasta la extenuación, ladrar hasta el abatimiento, vivir hasta el desfallecimiento. El relato del hombre que se contempla en el otro para encontrarse a sí mismo. Dos hombres abrazados. Dos hombres que bailan hasta que todo termine y todo vuelva a empezar.